sábado, 27 de mayo de 2017

Imagen y control social. Capítulo 8

CAPÍTULO 8: Mecanismos de autodefensa ciudadana

8.1. La doctrina del shock como control social
La unificación de las mentes y del pensamiento colectivo ha sido una clave histórica constante en todos los sistemas políticos. Es lo que denominamos genéricamente como control social.
¿Qué ocurre tras la convulsión inicial y la parálisis psicológica después de un ataque terrorista, una guerra, un tsunami o un colapso del mercado bursátil? Pues que, generalmente, es más fácil quebrar la voluntad de las sociedades y las mentes de los ciudadanos y las ciudadanas, que se vuelven más dúctiles, más maleables, más versátiles, más sumisas y, sobre todo, menos críticas. El miedo y el desorden son los nuevos catalizadores de un capitalismo del desastre que practica, y con bastante eficiencia, lo que  algunos autores como Naomi Klein denominan la doctrina del shock.
Otro aspecto de este fenómeno viene de la mano de las empresas de seguridad, ya que para ellas, el desastre es un negocio en sí mismo, una oportunidad de hacer dinero fácil, de acumular riqueza financiera a costa de las desgracias y el sufrimiento de otros seres humanos.
En este contexto los ciudadanos nos encontramos en un estado de conciencia pasiva y dormida ante la hipnosis que generan los media en su conjunto y aferrados a nuestros estilos de vida consumista. Transitamos nuestra existencia a veces con llamamientos a la generosidad y a la solidaridad para que nos hagamos socios de alguna ONG, apadrinemos alguna criatura o hagamos un donativo para una causa justa. Eso limpia nuestras conciencias. Pero mientras eso sucede, los verdaderos amos del mundo manejan a su antojo los hilos invisibles del presente.

8.2. La respuesta ciudadana: entre la disidencia y la indefensión.
Ante esta doctrina del shock tenemos dos opciones: o bien nos quedamos en el rinconcito que la sociedad nos tiene asignado y hacemos claudicar nuestra conciencia crítica ante la excelencias de las regalías neoliberales, recibiendo así todas las descargas que la doctrina del shock haya previsto y colaboremos con el Orden establecido (y sobre todo, con los intereses de los que establecieron ese Orden). O bien, nos convertimos en algo así lo más parecido a una gente peligrosa, es decir, gente que se cuestione y se haga preguntas sobre la oficialidad de la información poniendo en cuarentena la política general de la verdad y posicionándose en una militancia disidente activa.
La segunda opción implica también aprender a realizar otras miradas sobre la realidad. La mirada nunca ha sido bien recibida por el poder ni por las clases que ostentan ese poder. La mirada supone reflexión crítica sobre lo que se ve.

La Culture Jamming:
Es un movimiento de resistencia a la hegemonía cultural y a la sociedad de consumo a través de técnicas de guerrillas de comunicación que alteran, a veces de forma satírica o irónica, los mensajes de los media.  
Técnica del spoofing: crítica de los mensajes publicitarios. Consiste en aprovechar la publicidad central de las marcas y manipularlas hasta conseguir un contra-anuncio.

La técnica del spoofing, también han sido utilizadas desde la publicidad convencional. Por ejemplo, un anuncio de Benetton nos provoca un «escándalo visual» de cierta consideración por su originalidad y su atrevimiento a tocar temas y sensibilidades que son objeto de polémicas sociales. Benetton ha recurrido a desmontar sistemáticamente muchos estereotipos o a buscar imágenes que en la creatividad publicitaria tradicional nunca habría pasado por el filtro de la lógica.

El Proyecto Censurado:
Desde gobernantes griegos a emperadores romanos, pasando por el imperio ideológico de la Iglesia, la comunicación social siempre ha sido impuesta desde un modelo vertical, el mismo modelo autoritario que aún subsiste, impregnado de una matriz mercantil desde la eclosión de los grandes medios de información de masas (la información es una mercancía más). Sólo la eclosión de Internet pudo y puede suponer desde la última década del siglo XX un modelo alternativo.
Los medios cuentan con la ayuda de unos «guardianes de la puerta» (gatekeepers): aquellos mecanismos censores que actúan de forma visible e invisible en los medios, filtran aquella información que es considerada «políticamente correcta» y en función de la «política general de la verdad» que cada sociedad, Estado o Gobierno tiene establecida. Igualmente, estos filtros gestan, como apuntaba Marcuse (1999), la formación del «pensamiento unidimensional»: el discurso autoritario de los medios está plagado de hipótesis que se autovalidan y se repiten incesantemente de forma monopolística y la ciudadanía acaba aceptándolas de forma hipnótica como dictados de la realidad.
Las agencias de noticias y las líneas editoriales de los medios ligan sus objetivos a intereses comerciales y a los intereses del poder establecido. Se convierten, como afirmaba Len Masterman (1993), en «grandes empresas de concienciación» que generan todo un sistema doctrinario que no sólo despliegan las tres funciones básicas que tradicionalmente se les ha asignado (formar, informar y entretener), sino que proporcionan una forma, adjetivada de antemano, de entender el mundo y comprenderlo.

En este sentido, la contrainformación no sólo es necesaria, sino también urgente. Entre otras razones porque podemos llegar a pensar que sólo existe una realidad y que, además, es intocable.

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