CAPÍTULO 2. Imágenes de lo intolerable.
2.1. Reflexión
primera: la memoria de lo imborrable.
Los significados que construimos sobre las
imágenes nos revelan un mundo, al igual que nos ocultan otros mundos posibles
(ésa es la grandeza y la miseria de las imágenes). Los factores individuales
(historia personal, competencia decodificadora, ideología…) interactúan con los
sociales (estereotipos, ideología dominante, cultura, religión…). Cualquier
imagen es una fuente inagotable de significados. Nuestra adscripción a un
determinado grupo humano de referencia va a consolidar unos significados en
detrimento de otros, delimitando las posibles connotaciones que son, al fin y
al cabo, patrones de cultura o de costumbres sociales como especiales formas de
percibir e interpretar la realidad en que se vive.
En la actual sociedad mediática à Imágenes ligadas al espectáculo. Por
ejemplo: las snuff-movies: grabaciones
de asesinatos, violaciones, torturas, suicidios, necrofilia, infanticidio,
entre otros crímenes reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier
otro truco) con la finalidad de distribuirlas comercialmente para
entretenimiento.
Las imágenes de lo intolerable debieran ser
la memoria de lo imborrable. Cuando no hay imágenes, no hay memoria o no hay
Historia.
2.2. Bestiario icónico de vilezas,
opresiones y otras maldades.
Las imágenes, en ocasiones, hablan y narran
una historia que sucedió en algún momento, imágenes que han eternizado un
instante, han congelado el tiempo para que seamos espectadores de excepción o
en cierta forma protagonistas, si nos implicamos emocionalmente con lo que
vemos y miramos.
La condición humana ha optado por seguir como
norma social e histórica el dilema de considerar al Otro como un espacio de
poder y no como un espacio de tolerancia. Siempre ha habido, hay y habrá seres
humanos que pertenezcan a los opresores y seres humanos que sean los oprimidos.
En este contexto lo intolerable es
hacer pobre al Otro. Lo intolerable es, precisamente, lo que niega la parte más
luminosa de nuestra condición humana: la solidaridad, la tolerancia, el amor,
la entrega, el sacrificio…
A través de las imágenes podemos comprobar algunos
sucesos que podríamos clasificar de intolerables y que, por ello, son imágenes
que se han vuelto mediáticas y han dado la vuelta al mundo. En ocasiones es tal
la intensidad de estas imágenes que podemos percibir la angustia del ser humano,
el intenso dramatismo de la escena queda condensado en su propia acción y en
los rostros de los personajes. Muchas veces estas imágenes pertenecen a esa
clase de documentos gráficos que la censura militar o política trata de
«ocultar» ante la opinión pública, ya que son fuente de una auténtica polémica
social.
Algunos ejemplos son: la pena de muerte, el
racismo, las dictaduras, masacres en nombre de la religión, terrorismo, tortura
de guerra, etc.
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Imagen tomada por Thomas
Howard en 1928 y reproducida en el Daily News de New Cork |
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Imagen tomada por Eddie Adams en 1968 durante la Guerra de Vietnam |
Como decía Robert Capa, el genial reportero
gráfico de los conflictos bélicos, «los muertos habrían perecido en vano si los
vivos se negasen a verlos».
Volvemos aquí de nuevo a la frase en torno a
la cual gira este capítulo:
Si no hay imágenes no hay historia.
En algunas situaciones, como las de
atentados terroristas o guerras, las empresas de relaciones públicas lanzan “verdades” mediáticas y constituyen el principal
aliado del Departamento de Defensa. La estrategia básica consiste en verter
sobre la opinión pública un suceso abominable y que se supone ha ocurrido en la
realidad y que va a crear un estado de opinión. La estrategia refinada sería
«alimentar» esa información para seguir sensibilizando a la ciudadanía. Así se
actuó en la Guerra de los Balcanes creando conceptos mediáticos que no se
correspondían con la realidad: «campos de exterminio serbios», «limpieza étnica»,
«genocidio racial», etc.
En la guerra de Vietnam, la «defensa del
mundo libre» fue el argumento que racionalizó aquella barbarie y lo que
galvanizó a la opinión pública USA para intervenir militarmente en un exótico
país alejado de sus fronteras miles de kilómetros. En la segunda Guerra del
Golfo y el derrocamiento definitivo de Sadam Hussein se le dijo a la opinión
pública mundial que Irak poseía armas de destrucción masiva y letales armas
químicas para ser utilizadas contra Occidente. En sí mismo, el arte de la democracia
acaba residiendo en la habilidad y estrategia de los políticos y gobernantes en
la «fabricación del consenso» un término eufemísticamente orwelliano que viene
a ser lo mismo que «control del
pensamiento», como nos recuerda Noam Chomsky.
Lo que no se ve no existe. Lo que no existe
no puede demostrarse.
Por otro lado, Los beneficios de algunas
empresas de seguridad privadas crecieron hasta un 300% durante la guerra de
Irak, lo que demuestra que la privatización llega hasta un conflicto bélico.
Una sociedad guiada por las intenciones y no
por la ley puede desembocar en una sociedad sin ley. Estados Unidos es un claro
ejemplo: los intereses ocultos, las mentiras mediáticas, las actuaciones del
ejército y su cohorte de mercenarios donde «todo vale» para frenar los avances
del terrorismo internacional de los fundamentalistas islámicos, la
«vietnamización» de los territorios «liberados», la inseguridad y el clima de
violencia extrema que genera la ocupación USA… hacen poco creíble la idea de
que Estados Unidos es el paladín del mundo libre.
El capitalismo neoliberal tiene hecha una
lista invisible de gente que ha sido declarada peligrosa para el sistema. Por
suerte, la misma mecánica de funcionamiento del sistema asegura la eliminación
o anulación de estos grupos. Toda esta gente son los Nadies: mujeres, pobres,
inmigrantes, niños, homosexuales, drogadictos, enfermos, delincuentes,
ancianos...
El sistema puede lograr domesticar los
cuerpos y las mentes de las personas, su forma de actuar o de pensar, pero
nunca su capacidad de soñar y de creer en las utopías.